DURAN DURAN
Lollapalooza 2017
Hipódromo de
San Isidro
Uno
siguiendo el derrotero de DURAN DURAN de los últimos 10 años podía aventurar
esta situación
La banda
hace años que viene girando por el mundo reclamando el reconocimiento que no le
fue dado en su primera década de vida, la de los días dorados, de la histeria
adolescente, de los posters de revista
La paradoja
es que para ello, dan cuenta de los mismos argumentos por los cuales en aquellos
tiempos fueron ninguneados y hasta despreciados: las canciones
Aquellas
canciones que venían en un envase que a la crítica y una gran parte del público
espantaba: videos suntuosos y exóticos, toneladas de tintura y spray y tipos
demasiado lindos para ser músicos
En aquellos
80s influenciados por la estética, quedaba mucho mejor darle crédito al rock
ampuloso pero comprometido y eficaz de U2 o a la evolución sin muchos riesgos
de The Cure
Para Duran
Duran estaba reservado solo la parte central de las revistas: la del poster que
vendía toneladas
Hacia 1993 y
aquel Wedding Album, la banda encontró la primera redención en forma de disco,
en gran parte gracias a dos canciones (Ordinary World y Come Undone) que poco tenían
que ver con el sonido que los hizo famosos pero mucho que ver con la intención manifiesta
de cambiar mostrada históricamente en cada parada de su discografía
Hoy, esa
búsqueda permanece en cada disco nuevo de cada lustro desde el regreso al
quinteto original en 2003, potenciado aun más desde la (segunda) salida de Andy
Taylor, su guitarrista insignia
Claro, lo
que pasó en el camino es que acumularon tal cantidad de hits y de clásicos que
les es muy difícil despegarse de ellos y lo que para los fans puede sonar a
hastío en el repertorio elegido, para los ocasionales transeúntes de un
festival de 100.000 personas suena a una aplanadora mortal de canciones que
siempre escucharon en la radio y tal vez nunca supieron quien las cantaba
Para LeBon,
Rhodes y los Taylor John y Roger estos festivales son como para un padre
engancharse en un partidito de futbol con los amiguitos de la primaria de su hijo:
roban pelotas sin esfuerzo, la pisan para todos lados sin que se la puedan
sacar, hacen goles tocándola despacito contra el palo y se divierten como niños
mientras los nenes le dicen “Señor, déjenos jugar a nosotros!”
Es que asi
fue la sexta visita del cuarteto al país, subidos a un festival donde obran de
enlace generacional para que se justifique el Lollapalooza Kids y donde le
llevan años y kilómetros de experiencia a todo el lineup (Metallica incluido)
Por eso no
sorprende ver a John Taylor tocar más acordes en un solo estribillo que el
bajista de los neopunkies de estadios Catfish and the Bottlemen en una hora de
performance.
Entonces los
tíos mayores salen y ganan con la camiseta (en esta ocasión, de colores estridentes)
aun antes de patear los primeros tres tiros al arco: Wild Boys, Hungry like the
wolf y A view to a kill, todos bombazos a los ángulos dejando al público
boqueando como pececito recién sacado del agua
Toman un
poco de aire con la prescindible Last Night in the City (de su último álbum)
pero otro ataque certero, ahora con mucho mas onda y estilo, como si Ronaldinho
tirara paredes con Messi: Notorious y
Pressure Off prenden fuego el escenario, comandados por el impiadoso groove de John Taylor y sostenidos por Anna Ross y Erin Stevenson, que cierran el círculo funky con sus coros
Se ríen,
tiran gestos a las vallas y en el medio de Planet Earth (su primer hit)
aprovechan y pagan ellos su tributo a David Bowie interpolando Space Oddity
dejando a miles de cabecitas a punto
caramelo para que Ordinary World siga siendo una caricia a los oídos, una perla
sin tiempo, un mazazo al cuore sin distinción generacional
No hay
respiro. Duran Duran hace lo mismo de siempre pero el contexto es diferente. Nick Rhodes es el gurú catalizador de las energias y las transforma cual Dr Emmet Brown en cascadas donde confluyen efectos, arpegios, colchones sonoros y sobretodo, el sostén conceptual. Simon LeBon
habla menos y ejecuta mejor, no erra un solo pase (es un clásico argentino que olvide alguna letra) y sabe que
con un gesto o una mueca se mete en un bolsillo a 100.000, tan fácil como para
un mago hacer aparecer un conejo
Es un
festival, el tiempo apremia y ellos siguen tirando Tramontinas al corazón
(y a las patitas): I Dont Want Your Love, poderosa, debutando en Argentina en
su versión original (la habían hecho en 2005 en versión rocker usando solo el
estribillo y en una reversión más corta en 2008 usando "Sign o´the times" de Prince como
base), la innecesaria White Lines (pasan las giras, pasan los jugadores y
WhiteLines no se mueve) para rubricar la faena con Sunrise (a la hora señalada por febo)
y Girls on Film
Hacen que se
van y cuando vuelve, todo se transforma en una misa, pero en una misa duranie:
LeBon pide luces de celular como cirios pascuales y nos bendice con su oración y
plegaria Save a Prayer
Para cuando
entre John y Roger Taylor entrelazan esa fabulosa telaraña new wave en la intro
de Rio (Simon Willenscroft tiene el honor de tocar una de los mejores solos de saxo de la historia pop) ya la victoria es por goleada: saltan los fanáticos cuarentones, aplauden
los millenials que fueron por los DJs y los que esperan por The Weeknd, lluvia
de papelitos, fin de fiesta (dejando fuera del set una decena de hits mas como para hacer un show diferente) y el argumento más sólido para que las reseñas del
día después se llenen de lugares comunes hablando de “los chicos salvajes” “el
pop que no envejece” “la sorpresa del Lollapalooza” y demás huevadas
Ellos ya lo habían
adelantado: “Participar en Lollapalooza es nuestra forma de llegar a las nuevas
generaciones”. Tal vez el fanático no merece pagar 2000 pesos por un festival
que no le es afín y sus rodillas cansadas de levantar hijos no están para aguantar
la parada de horas de amansadora
Mucho menos
hay espacio para entender que esos millares de chicas de secundaria y es@s
apenas veinteañeros son lo que ellos eran 3 décadas atrás
Hasta en eso
ganó Duran Duran. Su fanaticada fue igual, con muchos pelos menos pero mas
mañas que cualquiera y los miles que se acercaron al Stage 2, se encontraron
que por detrás de esa máquina de hits que sus padres y tíos escuchan día a día
en Aspen hay una historia grande de cultura pop de la cual Duran Duran es maestro y titular de cátedra hace años
Excelente reseña y el show fue espectacular
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