Sorpresa había sido el año pasado
Este año lo medí especialmente. Vi las semis, escuché todas las canciones y leí con atención todos los pormenores (tanto los musicales como los políticos)
Nuevamente amparados en sonidos conocidos y cada vez mas alejados de los idiomas originales de cada país concursante. En las últimas dos ediciones no hubo espacio para
números estrafalarios (aunque sí algunos estaban mas cerca del Cirque Du Soleil) y mucho menos autóctonos: salvo un tramo de la canción
de Francia y la participante de Macedonia , el resto (incluyendo a España por
primera vez en 60 años) optaron por cantar en inglés
Eso genera momentos poco felices como las
pronunciaciones precarias de los representantes de San Marino (un Leonard Cohen
de ascendencia turca), de Estonia y hasta la pueril letra del ruso Sergei Lazarev,
que parece sacada de un traductor de Google
Por eso, esta semana
y sin transmisión via cable a América Latina la opción fue seguirlo a través de
la web oficial
Después de 60 años de votación inalterable, a los
organizadores se les ocurrió agregar suspenso dándole el poder de definir al
voto de la audiencia, casi emulando nuestro ShowMatch vérnaculo
Ese giro terminó sacándole el título a la
representante de Australia (Australia en Eurovision? Sí, los invitaron por segundo
año consecutivo) que con una poderosa power ballad y una gran performance había
sido la ganadora al final del repaso por cada uno de los 44 paises (cada país otorga
12 puntos al mas votado y luego en decreciente 10-8-7 y hasta llegar a 1)
Esa votación , la original, le daba la victoria a Dami
In, nacida en Corea, con más de 100 puntos de ventaja. Pero luego el televoto hizo estragos dando vuelta toda la
tabla, al punto tal de que Polonia, quien había salido último con 7 puntos, con
el ayudín del teléfono terminó ingresando al Top 10
Y le dio el triunfo a Ukrania, con una canción que increíblemente
pasó el filtro de la censura política (si señora, Europa es así, puede censurar
una letra por un contenido político inconveniente pero al mismo tiempo abre el
show del sábado con un “musical sobre los refugiados”). Censura que le valió un tirón de orejas a la participante de Armenia, por mostrar en semifinales la bandera de una región separatista
Lo cierto es que
la letra estaba dedicada a los tártaros de Crimea, que sufrieron deportaciones
masivas en "1944" (tal el título de la canción) por orden del estalinismo. La actuación,
casi al borde del llanto y con alta dosis de afectación por parte de la
ucraniana Jamala, no hizo mas que profundizar el disgusto de la comitiva rusa (además
de aquel hecho histórico, recordemos el clima de tensión que vive la región por
los avances de Vladimir Putin en territorio ucraniano en los últimos dos años)
El final dejó un gusto agridulce. El Top 5
elegido por los jurados representaba mejor lo visto en el escenario: Australia,
Ukrania, Francia, Malta con Rusia y Bélgica compartiendo el quinto lugar
En el televoto, la ucraniana tampoco ganó, fue
segunda, pero la combinación de ambos le dieron la corona
Como en un Mundial, lo que se teje por atrás es
tan o mas importante que lo que ocurre en escena/cancha. Y para los europeos,
Eurovisión es su Mundial de Música . Un Mundial que políticamente empieza a
jugarse fuera de sus fronteras : asi como ingresó Australia el año pasado, esta
edición fue la primera vez que pudo
verse en directo en Estados Unidos, con intervalo de Justin Timberlake como
invitado incluido
Mientras tanto, en Argentina, un nuevo
ShowMatch comienza….
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